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¡Ya me acordé! (La Memoria Episodio 3)



Para tener buena memoria necesitamos en síntesis producir y conservar sinapsis, extender nuestra red neuronal y protegerla, y esto se logra por dos caminos fundamentales: el ejercicio mental y el equilibrio fisicoquímico del sistema nervioso.


Comencemos por recordar los procesos cognitivos de los que hablábamos hace unos días.

Necesitamos estrategias para mejorar nuestra capacidad de percepción, atención, retención, evocación y transmisión de las ideas. Quiero aclarar que lo que a continuación expongo está dirigido a personas esencialmente sanas, y que no padecen trastornos o problemas de salud identificados, en cuyo caso, lo que hay que hacer es consultar a un especialista. Dicho esto, vayamos con algunos tips prácticos.


Lo primero que necesito para recordar algo es enterarme. Es decir, asegurarme de que veo y escucho bien, y poner atención a lo que escucho y veo. Suponiendo que no padezco un síndrome de déficit de atención, este ejercicio demanda voluntad, decisión. Cuando algo nos interesa particularmente, tendemos a concentrarnos mejor, pero cuando otros estímulos nos distraen, ya no captamos aquello que se supone debíamos recordar. La meditación ayuda mucho a ejercitar esta habilidad, pero también lo hacen algunos juegos que estimulan nuestra mente, como armar rompecabezas, resolver un Sudoku o jugar dominó. Todo aquello que nos exija poner atención para desempeñarnos mejor, constituye un buen ejercicio. Cuando cumplí sesenta años, mi hija me regaló un libro maravilloso, y aunque no lo crean, lo uso con frecuencia aún a pesar de que parece no servir de mucho a estas alturas de mi vida. Se trata del famoso Baldor de álgebra. Unos cuantos ejercicios por la mañana o a media tarde me ayudan a usar el coco y me obligan a distraerme por un rato de los asuntos que me preocupan.

Algunos juegos estimulan la mente y mejoran los procesos cognitivos

Hay otro ejercicio igualmente útil, consiste en concentrarse intencionalmente en una cosa a la vez, aún cuando seamos capaces de realizar ciertas tareas de manera automática. No sé si les ha pasado que están en la regadera y de pronto no recuerdan si ya se enjabonaron. Lo hacemos tan inconscientemente que la mente se va por todos lados. En la regadera resuelvo la mayoría de mis problemas, planeo el siguiente blog, hago la lista de los pendientes del día, me perdono por mis errores… y de pronto ya no sé qué lavé y qué no. Nada se pierde con volverse a enjabonar (bueno, un poco de agua y jabón, pero nada más), pero en cambio se gana habilidad si lo hacemos con plena conciencia de lo que estamos haciendo, excluyendo lo demás. Este ejercicio además ayuda a disminuir el estrés.


La atención es pues indispensable para mejorar la memoria, pero como decíamos al principio de la semana, además de enterarnos necesitamos retener aquello que queremos recordar. Aquí entran dos instrumentos de utilidad que, si nos lo proponemos, pueden ser hasta divertidos. El primero tiene que ver con la repetición; el segundo se llama mnemotecnia.


Vamos con el primero. Si el aprendizaje se logra a través del establecimiento de conexiones neuronales (sinapsis) entre más conexiones haya, más sólido será este conocimiento. Repetir algo ayuda a retenerlo, fortalece su recuerdo. Pero no importa qué sea lo que se retiene, la memoria, que como decíamos antes, funciona como un músculo, se fortalece ejercitándola. Esto es algo que hemos dejado de hacer, porque lo necesitamos mucho menos (cuando era niña me sabía de memoria los teléfonos de todas mis amigas, mis primos, mis abuelos, la farmacia y el niño que me gustaba), pero estamos perdiendo práctica. Durante muchos años la enseñanza se basó en la memorización de datos, muchos de los cuales eran absolutamente inútiles. Nunca me ha servido de nada saber que Benito Juárez nació en San Pablo Guelatao, Oaxaca, pero desde segundo de primaria lo recuerdo perfectamente. Luego nos dimos cuenta que era importante aprender a pensar, y que los datos podían encontrarse buscándolos (hoy, preguntándole al señor Google), y abandonamos la práctica. Efectivamente, la mayor parte de los datos que nos hicieron memorizar en la escuela no nos sirven para nada. Lo que sí nos servía era el hábito de memorizar. ¿Cómo recuperarlo? ¡Memorizando! Un hobbie compartido con mis amigos de la adolescencia consistía en memorizar poesías y dedicar noches de luna a repetirlas. Hoy parece cursi, y entonces lo era, pero años después, durante una temporada en que padecí problemas de salud que me hicieron temer la pérdida de facultades, recuperé esos libros y me propuse retomar el hábito. En alguna mudanza se perdieron mis libros, y los problemas de salud resultaron falsos, pero aún recuerdo poesías que no sirven para nada, pero me traen gratos recuerdos. Memorizar la letra de canciones, el nombre de las calles en una colonia, las placas del coche o las salidas del periférico, son todas prácticas útiles que refuerzan nuestra capacidad para retener.


Memorizar poesía o la letra de las canciones es un buen ejercicio

Por mnemotecnia se entiende la serie de procedimientos y técnicas que ayudan a memorizar a partir de la elaboración de asociaciones mentales. En un blog anterior les decía que, para recordar que mi coche estaba estacionado junto al poste naranja E13 yo imaginaba una carrera en la que aplastaba naranjas para llegar a una meta en la que esperaba un hombre con un banderín. No fumé nada para crear esta historia; hice uso de una técnica que me enseñaron en preparatoria y que sigue siendo útil. Consiste en asignar un símbolo a cada número, y después asociar mentalmente aquello que queremos recordar al símbolo asignado. La creatividad ayuda, y el sentido del humor más: si la asociación que hacemos nos hace reír, es más probable que la recordemos. Así por ejemplo, para mí el número 1 es un poste; el 2 un pato (por la semejanza entre el número y el animal, aunque a lo mejor se parece más a un cisne); el 3 un triciclo, el 4 una silla (El cuatro de cabeza podría parecer una silla); el 5 una mano (obvio)… y así sucesivamente.


En el caso del coche, por ejemplo, el número 13, con ganas de verlo, puede parecer un banderín, o al menos así lo veo yo. Cada quién puede inventar sus propias asociaciones. Existen muchas estrategias de mnemotecnia, y es fácil encontrarlas. Lo importante es usar la creatividad y valerse de trucos que nos ayuden a recordar. Estas técnicas sirven tanto para la retención como para la evocación, la cual se ve muchas veces obstaculizada precisamente por nuestra dificultad para concentrarnos. Noten cómo, cuando queremos recordar algo, tendemos a cerrar los ojos. Lo que estamos haciendo es eliminar otros estímulos que están llamando nuestra atención y no nos permiten llegar al archivo que estamos buscando.


Ahora bien, además de la práctica, del ejercicio, los procesos cognitivos dependen de la salud de nuestras conexiones neuronales. Si sospechan que están teniendo problemas en este sentido, por favor consulten a un médico. Y háganlo pronto. En estos temas la detección temprana puede hacer toda la diferencia. Pero si gozamos de cabal salud, de nuevo la medicina natural nos ofrece recursos para fortalecer el rendimiento. Y aquí van de nuevo los comerciales.


El estrés altera nuestra capacidad de concentrarnos y poner atención. Dos respiraciones profundas pueden ayudar, y desde luego la lavanda proporciona el estado de ánimo óptimo para hacerlo. Pero el mago en esto de los procesos cognitivos es el romero. Esta planta estimula la memoria, favorece la atención y la concentración, mantiene nuestra mente activa y despierta. El detalle lo pueden encontrar en el blog que publicamos en mayo, y que pueden leer aquí:


Tres productos de Huerta San José pueden ayudar a mejorar la memoria: el aceite esencial, que puede usarse en un difusor, de la misma manera que se hace con el de lavanda, el roll-on de romero, que puede aplicarse en las sienes cuando hay necesidad de estar alerta o realizar actividades que demanden atención, y el shampoo de romero, además de estimular las funciones cognitivas, ayudan a evitar la caída del pelo y tener un cuero cabelludo más sano.




Espero que esta serie haya sido de utilidad, y ayude a recordar… que Huerta San José deja huella en quien la conoce.


Pedidos por Whatsapp al +52 55 3235 1324

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