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Una piedra en el camino...




Tenemos un pequeño tractor con el que se poda el pasto del jardín y se mantienen los caminos de la huerta y el sendero. Nos ha sido de utilidad desde que empezamos esta aventura, y el pobre ha sufrido todo tipo de incidentes que ponen a prueba su resistencia. Uno frecuente lo encuentra cuando sus cuchillas chocan con alguna piedra que la erosión ha ido descubriendo. Más de una vez ha sido necesario cambiarlas por esta razón.


Piedras extraídas del terreno de cultivo en la Huerta

Las piedras son un obstáculo frecuente para la labor del arado. Y cuando predominan en un terreno, pueden hacer casi imposible el cultivo. La parábola del sembrador habla de la semilla que muere de sed cuando cae en la piedra. El suelo rocoso tiende a no retener el agua y carecer de materia orgánica, por lo que no es bueno para la agricultura, pero sí para la construcción. Sin embargo, la presencia moderada de rocas ayuda a airear el suelo, aportan minerales que alimentan los cultivos y equilibran la humedad, evitando tanto la evaporación como la inundación que provocaría podredumbre de las raíces. En este caso, el tamaño sí importa. Las rocas muy grandes son difíciles de retirar y dañan tractores, cuchillas y discos. Las medianas deben ser acarreadas, y servirán para construir muchas cosas, para delimitar espacios, etc. Pero hay rocas diminutas que le dan consistencia al terreno. La arena no es otra cosa que piedra pulverizada.

¿De dónde salen todas estas piedras?

Las rocas son materiales sólidos formados por cristales de uno o más minerales, y tienen diversos orígenes. Las llamadas ígneas son producto del enfriamiento de material proveniente ya sea del interior de la tierra (intrusivas) o del espacio exterior (extrusivas). Un ejemplo claro son las piedras volcánicas que abundan en nuestro país. El granito, el basalto, la obsidiana…. Están también las rocas sedimentarias, que se forman por la acción de la atmósfera sobre rocas preexistentes, como la caliza. Cuando cualquiera de estas rocas es sometida al calor, la humedad o la presión, se modifican (rocas metamórficas), generando rocas nuevas, como el mármol o la pizarra. La piedra es el material que mejor se conserva. Algunas sirven para la construcción, la fabricación de vidrio, cerámica, tejas y ladrillos. Otras emiten energía, ya sea por combustión, como el carbón, o por radiación de los elementos químicos que contienen. Otras más aportan materia prima para la industria, como el hierro, el cobre, el plomo, el estaño o el aluminio. Y desde luego están las que enriquecen la tierra para la agricultura, como la piedra pómez, que contiene potasio, magnesio y azufre.

En la huerta las piedras han estado presentes en todas sus versiones. Muchas han dañado herramientas y maquinarias, o han estorbado para la preparación del terreno de cultivo. Pero todas ellas han servido para algo. Hemos construido puentes, estanques, arcos, pozos, muros y bancas. Me gusta observarlas al recorrer los caminos, porque me recuerdan que aquello que yo pensaba que era un problema, en realidad se convierte en el cimiento de lo que durará para siempre. Es bello grabar un nombre en la arena de la playa, pero la primera ola lo borrará. En cambio lo escrito en piedra perdura, soporta y resiste.




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