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¿Qué te estaba diciendo?... (La Memoria, episodio 2)



Para entender por qué algunos ejercicios ayudan a mejorar la memoria, es necesario hablar un poco de la fisiología de esta función. Digamos que los ejercicios son el software con el que operamos, pero necesitamos un buen hardware, una máquina sana para hacerlo.


Sabemos que las células del cerebro se llaman neuronas, y que están conectadas entre sí a través de una red tanto física como química, que supera cualquier sistema imaginado. El cerebro aprende a base de establecer estas conexiones, llamadas sinapsis, y entre más contactos hay, más sólido es el aprendizaje. Así era cuando el hombre descubrió el fuego o la agricultura y así sigue siendo hoy. Lo que ha cambiado desde entonces es el contenido y el uso que damos a ese aprendizaje. Para hablar sobre esto de perder la memoria, vamos a adentrarnos un poquito más en el proceso que implica.


Primero quiero regresar a esto de las conexiones neuronales, porque es fundamental. Hasta hace algunos años se pensaba que, una vez alcanzada cierta edad, dejábamos de producir nuevas neuronas. Digamos que teníamos un paquete básico y sólo lo íbamos gastando durante la vida. Hoy sabemos que no es así, pero sí que su regeneración es más lenta y difícil que, por ejemplo, los glóbulos rojos o las células del hígado. Vamos, que sí hay que cuidarlas, porque conseguir nuevas no es tan fácil.


Lo que no dejamos de producir, en cambio, son las conexiones entre ellas. Las potentísimas redes sociales con las que nos comunicamos hoy en día (Facebook, Instagram, Twitter, Telegram, Whatsapp…) son una ridiculez junto a las redes que tenemos en la cabeza. Y además, estas últimas son mucho más eficientes.


Las neuronas son unas células con forma divertida. Parecen entre diseños psicodélicos y graffitis creativos; estrellas irregulares o piñatas abstractas, de cuyos vértices parten unas especies de hilos o cables llamados axones, que les sirven para comunicarse entre sí. Lo interesante es que estos cables son muy respetuosos: se comunican sin tocarse. La información viaja de una neurona a la otra a través de impulsos eléctricos, brincando en el vacío que hay entre un axón y otro y es a esta conexión a la que llamamos sinapsis.


Una vez llegada la información al centro correspondiente en el cerebro, (que está mucho mejor organizado que todos los grandes corporativos mundiales), la forma en que se guarda depende igualmente de estas frágiles conexiones,



Ahora bien, un aprendizaje no depende solamente de una conexión entre dos neuronas, sino de miles de ellas. Cada vez que repetimos un movimiento, que vemos nuevamente una misma imagen, que escuchamos un sonido, se crea una nueva sinapsis, de manera que el recuerdo se va fortaleciendo. Entre más conexiones neuronales tengamos, mejor será nuestro desempeño cognitivo. Es por eso que la repetición ayuda a establecer un recuerdo, a fijar un hábito. La buena noticia es que, siendo frágiles estas conexiones, no están totalmente desprotegidas, pues cuentan con el recubrimiento de una sustancia que las envuelve y acelera la transmisión eléctrica, llamada mielina. Muchos trastornos relacionados con el sistema nervioso se deben más a la pérdida de mielina que a afectaciones de las neuronas.


Mielina que recubre la conexión entre las neuronas

¿Cómo me sirve esta información para mejorar mi memoria?


El mero hecho de estar leyendo esto (por aburrido que esté) y haciendo el esfuerzo por comprender y recordar, ya es un paso. Los invito a leer algunos tips útiles en nuestro próximo episodio.



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