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Poda de árboles frutales (Segunda parte)


En medio de este proceso de definir qué árboles se podarían en la huerta, se atravesó un suceso absolutamente previsible y no por ello menos confrontante: fue mi cumpleaños. Para quienes no lo sepan, estoy francamente entrada en lo que llaman la tercera edad, término que cada vez se usa más y significa menos. Con los años uno tiende a hacerse reflexivo (otras actividades resultan un poco cuesta arriba) y cínico. Tiene sus ventajas esto de envejecer.


Celia Cruz decía que, para ser femenina, una mujer debe temer a los ratones y ocultar su edad. Yo sólo cumplo con la primera parte. Confesar mi edad nunca ha sido un problema, así que aquí va: He llegado a ese número que a los Beatles les daba tanto miedo:


When I get older, losing my hair

Many years from now

Will you still be sending me a Valentine?

Birthday greetings, bottle of wine?

If I'd been out till quarter to three

Would you lock the door?

Will you still need me, will you still feed me

When I'm sixty-four?


Hace muchos, muchos años (sesenta, para ser precisos), desperté una mañana y desde la almohada miré mis pies, que me parecieron lejanísimos. ¡Cuánto he crecido!, pensé. Claro, me dije, es que hoy cumplo cuatro años. Juro que así lo pensé. Me parecía que de la noche a la mañana me había estirado. En los años siguientes no aumenté mucho de estatura, y siempre me pareció lógico: el estirón me lo di ese día de mi cuarto cumpleaños.


¿Qué tiene que ver esto con la poda de árboles? Bueno, todo y nada. Déjenme platicarles un poco sobre los distintos tipos de poda, y luego regresamos al apasionante tema de mi inminente vejez.


Quedamos que los principales tipos de poda son la de plantación, la poda de formación, la de fructificación y la de rejuvenecimiento. Vamos viendo cada una de ellas.



PODA DE PLANTACIÓN:


Como su nombre se indica, se realiza al trasplantar un frutal, ya sea a una nueva maceta o al terreno definitivo. Entre sus objetivos está estimular el crecimiento de la raíz y facilitar su trasplante, además de seleccionar las ramas que han de formar la estructura del árbol. Esta poda puede llevarse a cabo a raíz desnuda, es decir, retirando toda la tierra que la cubre, o bien en cepellón, o sea sacando la plantita de su bolsa o maceta con todo y tierra. En el primer caso, se recortan las raíces exageradamente largas, que estorbarán la plantación, siguiendo una proporción con la altura del árbol. En el segundo, se recortan únicamente las raíces que sobresalen del cepellón, de nuevo respetando la proporción para que la planta conserve estabilidad y pueda alimentarse adecuadamente. Al menos esto dicen los libros más tradicionales. Actualmente hay discusiones al respecto.



Después viene una decisión importante: qué estructura quiero darle al arbolito. Se eligen cuatro ramas fuertes y sanas, distribuidas a 360º alrededor del tronco y se eliminan todas las demás.


Estamos hablando de arbolitos que tienen de 30 a 100 centímetros de altura. Es muy fácil que esta primera poda se olvide, pues lo que queremos ver es un rápido crecimiento y, aunque si no se realiza podrá corregirse un poco más tarde, siempre será mejor hacerlo a tiempo. (Primera metáfora para hablar de las personas: ¡corrige pronto!)




PODA DE FORMACIÓN:


Habitualmente una rama produce ramas nuevas cada año. En la poda de formación lo que haremos será ir eligiendo cuáles conservar y cuáles desechar, para asegurar que las hojas y frutos que crezcan en estas ramas reciban suficiente luz solar y alimento. El primer año elegimos las ramas estructurales, de tres a cinco, sobre el tronco, de buen aspecto, sanas, distribuidas alrededor e inclinadas hacia arriba. En los años posteriores vamos eliminando desde su base aquellas que crezcan hacia abajo o hacia el centro y que más adelante puedan cruzarse con otras. Aquí hace falta visión de futuro, pues debemos imaginar cómo crecerán estas ramas, pensar que un día podrán chocar unas con otras, o hacerse sombra, estorbarse o no soportar el peso de los frutos. La idea es que las ramas cubran los 360 grados alrededor del tronco, sin dejar huecos.


Lo siguiente es dar atención a las ramas del año pasado: hay que reducirlas de tamaño para favorecer el crecimiento de yemas y ramas nuevas a lo largo de su estructura, al mismo tiempo que eliminamos el exceso y los “chupones”.


Los chupones son ramas muy vigorosas que toman una posición muy vertical sobre ramas estructurales, o aquellas que brotan a lo largo de la base del tronco. Estas ramas deben eliminarse pues no son productivas y consumen mucha energía.


PODA DE FRUCTIFICACIÓN:


Este invierno podamos los guayabos antes de la floración para estimular la producción de hojas y fruto

Como su nombre lo indica, esta poda tiene por finalidad incrementar la productividad del árbol. Se realiza de diferente manera en cada especie, dependiendo de la localización de la floración. Algunos árboles, como los cítricos, dan fruto en el ápice de la rama (en la punta, pues), mientras que otras lo dan a lo largo de la rama.


Están por ejemplo los árboles de pepita, como el manzano y el peral, que conviene podar durante el invierno, cortando aproximadamente el 30% de ramos y brindillas (ramas largas, de crecimiento vertical) para favorecer su floración al año siguiente.


A los árboles de hueso, como el durazno, el ciruelo japonés o el chabacano, se les despuntan las ramas vegetativas para propiciar la brotación de yemas, mientras se realiza un aclareo retirando algunas ramas del año pasado, y dejando las más sanas y vigorosas que se dirijan hacia los lados. El durazno debe podarse cada año, pues se avejenta muy rápidamente. El ciruelo en cambio puede podarse cada dos.


Los árboles perennifolios (los que no pierden hojas) necesitan menos podas que los caducifolios, pero es conveniente hacerlo cada tres a cinco años para mantener la fructificación. La severidad de la poda dependerá de la calidad de frutos que esté dando y de la cantidad de hojas que presente. En un árbol sano y productivo pueden solamente reducirse de tamaño un poco las ramas más largas y retirar las avejentadas. Un árbol viejo en cambio puede rejuvenecerse de manera impresionante cuando se realiza una poda severa. Mi vecino acostumbra esta práctica en sus aguacates, cada varios años, dejando únicamente el tronco y unos cuantos centímetros de las ramas estructurales, con lo cual mantiene una productividad altísima en su huerta.


Con los cítricos hay que irse con cuidado, pues florecen en la punta de las ramas, por lo que si las cortamos no tendremos frutos. Pero si no lo hacemos, pronto envejecerán y dejarán de producir. Como dirían los filósofos griegos, la virtud está en el punto medio. A nosotros nos ha funcionado cortar unas ramas un año, dejando otras que tengan flor, y al año siguiente invertir. Pero se puede realizar una poda más severa si se quiere rejuvenecer el árbol, siempre y cuando seamos conscientes de que ese año no tendremos limones. Aunque esto forma ya parte del siguiente tipo de poda.


PODA DE REJUVENECIMIENTO.


¿Cómo saber si un árbol está envejeciendo? Hay algunos síntomas que podemos identificar: si el follaje es escaso y está muy alejado del tronco, con muchas ramas desnudas; si las nuevas ramas son muy cortas; si tiene frutos abundantes de pequeño tamaño… Esto tiene más que ver con el cultivo que con la edad del árbol: si no se poda, no se fertiliza, no se riega suficientemente o no se combaten plagas y malezas, el árbol envejecerá pronto. Exactamente igual que en las relaciones entre personas, sean de amor, amistad o familia…


Poda severa en un durazno que había dejado de producir

La poda de rejuvenecimiento puede ser de intensidad variable: si el árbol tiene ramas estructurales en buena posición y una altura no excesiva, lo que se hace es recortar estas ramas dejando de 40 a 100 cm y eliminando prácticamente todo el follaje. Esto provocará el nacimiento de nuevas ramas sanas y productivas. Cuando el árbol no tiene ramas estructurales en buena posición, se elimina toda la copa, dejando solamente una porción del tronco, o bien se dejarán únicamente las ramas que queremos que constituyan la estructura futura, reduciéndoles el tamaño, y retiramos todas las demás. Otra alternativa es eliminar todas las ramas cortando el tronco, con lo cual, mientras la raíz esté viva, el árbol producirá nuevas ramas sanas y fuertes.


Es importante tener en cuenta que la poda causa una herida al árbol, y como tal hay que tomar algunas precauciones. De nuevo, igual que en nosotros, una herida leve se curará sola, con algo de higiene, pero la poda severa deja expuesto el árbol a agentes patógenos, por lo que hay que protegerlo.


Las heridas grandes deben ser atendidas para evitar enfermedades

Finalmente viene una parte afectiva que dificulta la poda severa de un árbol viejo: cuesta trabajo pensar que vamos a retirarle todo el follaje y dejar un tronco pelón. Entristece perder su sombra o su vista, pero si no nos decidimos, el árbol perderá su sentido. Hay que ser valiente a la hora de podar.


¿Qué ramas deberé dejar ir?

Y así es como regreso a mis 64 años. Hay cosas en mi vida que necesito erradicar de cuajo y sin miramientos, si no quiero convertirme en leña para la chimenea. Algunas rutinas inútiles, por ejemplo. Una poda severa en mis hábitos alimenticios o mis relaciones tóxicas no me vendría mal. Tengo ramas excesivas que se hacen sombra mutuamente: demasiadas actividades, hobbies, compromisos banales, etc. Aún puedo ser productiva, rejuvenecer mi espíritu, pero para ello necesito algo de valentía y mucho de desapego... Siempre estamos a tiempo para dar nueva estructura a esta vida que nos prestaron por un tiempo, y que espero siga dando frutos un rato más. ¿Y tú?



Árboles de aguacate en plena etapa productiva




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