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Poda de árboles frutales



Hace ya algunos años, un amigo nos invitó a comer a su casa, y junto a la puerta de entrada me topé con un naranjo cargado de frutos más bien tristes, pero eso sí, muy abundantes. La dueña de la casa comentó que quería quitar el árbol porque estorbaba la entrada, mientras el marido lo defendía diciendo que era un deleite a la vista. A mí se me ocurrió sugerir que lo podaran, lo que suscitó toda una discusión, que quedó zanjada por una petición (casi una orden) de mi amigo: “Fundamenta tu punto, y si me convences, lo podo”. Responder a esa pregunta, en ese momento, y con ese público habría terminado con la reunión, así que prometí hacerlo más tarde y procedimos a degustar los sagrados alimentos, bañados en un tinto que nos conversamos hasta caer la noche. De regreso a mi casa me di a la tarea de documentar mi sugerencia, y si siguen leyendo, comprenderán por qué no era conveniente responder en ese momento.


Pensamos poco en la poda de árboles frutales como una necesidad, y en general quien tiene uno o dos en su jardín sólo lo hace cuando su follaje daña un cable de luz o tapa la visibilidad desde la ventana. Y sin embargo es una de las prácticas más importantes en la fruticultura.


Hay muchas razones por las que es conveniente podar un árbol frutal. El más común es el estético. Los paisajistas lo han hecho desde siempre, para darle la forma deseada. Pero además de esto, la poda promueve la aparición de ramas nuevas, en mayor cantidad, de mayor tamaño, y con mayor número de hojas. No olvidemos que el árbol se alimenta no solo por la raíz, sino sobre todo a través de sus hojas, por lo que la abundancia de éstas es importante para producir frutos de buen tamaño y sabor. Esta práctica evita el envejecimiento del árbol, con lo cual lo ayuda a prolongar su etapa productiva. La poda además revigoriza a los árboles, al reducir la cantidad de yemas florales y con ello promover la brotación vegetativa.


Entonces… ¿Cuándo y cómo podar un árbol frutal? Básicamente depende de la edad del árbol y el objetivo de la poda. Empecemos por aquello de la edad.


Cuando visitamos el famoso “árbol de la Noche Triste”, o el emblemático árbol del Tule en Oaxaca, pensamos que los árboles son casi eternos, o al menos que pueden vivir cientos de años. En Medio Oriente se conocen huertos de olivos que tienen siglos, e incluso milenios. Pero en el caso de los árboles frutales, en general no es así. Como nosotros, los frutales envejecen y van dejando de ser productivos. De manera sencilla podemos decir que un frutal pasa por cuatro etapas en su vida: juventud, transición, madurez y avejentamiento. O sea, casi casi como nosotros.


En la etapa juvenil, el árbol aún no es productivo. Normalmente dura uno o dos años después de su reproducción, dependiendo del método que se haya seguido para ésta. Es decir, si un árbol se cultiva desde la semilla, tardará mucho más en producir que si se obtiene por estacas, acodo o injerto. Pero este tema da para un blog completo. Por el momento digamos que un árbol infantil no da frutos. Sus ramas suelen ser verdes y largas y no producen flores. Algunas veces un durazno o un naranjo muy joven pueden florecer y fructificar muy pronto, pero no es conveniente permitirlo, pues el esfuerzo de reproducirse le restará fuerza a su crecimiento.


Viene luego una etapa de transición, en la que genera ramas nuevas un poco más pequeñas y la planta empieza a producir unas pocas flores y pocos frutos. Digamos que es como una puberta, que podría dar a luz un bebé, pero no es sano ni para ella ni para la criatura. Hay que esperar a que madure. En este caso, conviene reducir el número de flores y retirar los frutos en cuanto aparezcan.



Llega entonces la madurez, y el árbol incrementa su productividad, con muchas flores en la generalidad de las ramas, muchas de las cuales se convierten en frutos. Esta es la etapa más deseable en la vida del árbol, pues hay un equilibrio entre la cantidad de frutos que produce y la cantidad de hojas que los van a alimentar.


Pero los árboles también envejecen, y su productividad disminuye. En esta etapa, las ramas nuevas crecen muy poco y con pocas hojas. Probablemente se produzcan muchos frutos, pero no podrán ser alimentados por la falta de follaje, por lo que no crecerán lo suficiente o caerán del árbol antes de madurar. Es fácil pensar que el árbol está en su mejor momento, pues en primavera se llena de flores y el espectáculo es hermoso. Al principio del verano incluso se llena de frutos, pero éstos no madurarán o serán de mala calidad, y el árbol pronto dejará de producir, convirtiéndose en un conjunto de ramas secas e inútiles.



Cualquier semejanza con la vida humana es pura coincidencia. Pero hay dos diferencias importantes: la primera es que la etapa de madurez de un árbol puede ser muy breve, de tan solo uno o dos años, pasando rápidamente de la juventud al envejecimiento. Esa es la mala noticia. La buena es que, a diferencia de las personas, su etapa de madurez puede alargarse de manera importante, proporcionándole largos periodos productivos gracias a la poda.


Existen varios tipos de poda, dependiendo del objetivo de la misma. Las más importantes son la poda de plantación, la de formación, la de fructificación, y la de rejuvenecimiento, cada cual con su técnica, su momento preciso y su finalidad específica. Para definir qué tipo de poda requiere un árbol, es necesario hacer primero un diagnóstico, basado en las características de la propia especie, la densidad del follaje, la disponibilidad de luz, la longitud de sus ramas, la cantidad y tipo de yemas que presenta, el número, tamaño y calidad de sus frutos, y la presencia de chupones, brindillas, dardos y lambrudas (pequeñas ramas con funciones diferentes).


Esto se está alargando y no quiero aburrirlos con información técnica, pero ahora que se acerca el momento de pasar a cuchillo algunos de nuestros árboles, conforme recorríamos la huerta decidiendo cuáles se podarían, cómo y cuánto, pensaba lo parecida que es la vida humana a la botánica. Nos encanta ver el árbol cargado de naranjos, y nos resistimos a recortarlo, pero si no lo hacemos, pronto morirá. ¿Qué ramas de mi vida habrá que ajustar? ¿Qué tan severa deberá ser la poda? ¿Qué tengo que dejar ir para rejuvenecer mi vida? En el próximo blog les contaré un poco sobre la función y técnica de cada uno de los tipos de poda. A ver si así mis cuestionamientos van encontrando respuestas.




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