Este es un buen momento para podar árboles, particularmente aquellos que pierden hojas durante el otoño. Es el caso de muchos árboles de ornato y de frutales caducifolios.
No todos los árboles se podan todos los años. Este es todo un tema, del que ya nos ocuparemos. Pero nosotros tenemos una especie en particular con la que hemos establecido una rutina anual que nos ha resultado muy satisfactoria. Se trata del casahuate, arbolito que ilustra este texto y al que vale la pena dedicarle una entrada especial. En su caso, la razón fundamental por la que lo podamos es… ¡que sus ramas altas nos tapan la vista del volcán! Cada año en enero cortamos sus ramas más altas para evitar que modifiquen un paisaje que para nosotros es fundamental. Esta práctica no sólo no los perjudica sino que por el contrario los beneficia enormemente, pues los rejuvenece, y les hace más fácil la supervivencia en épocas de frío y sequía, haciendo que el árbol completo se fortalezca y en la primavera su copa sea más frondosa y sana.
En esta ocasión, al acercarnos a podar uno de ellos nos encontramos con una gran sorpresa: dentro de su tronco hueco las abejas habían construido dos panales en los que habían decidido fincar y producir, por lo que decidimos no modificarlo para respetar su hábitat.
