La lavanda es por mucho la planta más empleada en aromaterapia, y esto no es gratuito. Además de inhalar su aroma, se usa de muchas otras formas, todas ellas con beneficios para la salud y el bienestar. Sus poderes mágicos se conocen desde una antigüedad muy, muy antigua, pues ya persas, romanos y egipcios la consumían con furor, pero es hasta el siglo XX que se hacen verdaderos estudios científicos para conocer su composición y sustentar estos poderes, cosa que resulta curiosa, si tomamos en cuenta que sus beneficios se aprovechan desde hace más de 30 siglos.
Su nombre científico es Lavandula Sp, donde “Sp” significa que hay más de una. Así existe la Lavandula angustifolia, Lavandula dentata, L. officinalis, L. latilifolia, L. stoechas y muchas otras, dependiendo de pequeñas variaciones tanto en la forma y color de sus hojas y flores como en la concentración de sus componentes o sus preferencias edafoclimáticas (o sea, en qué suelo y clima se cultivan mejor).
El término Lavandula viene del latín lavare (lavar), lo cual hace referencia al uso preferido que se daba a esta especie en los baños romanos. Pero dejemos un poco la botánica y la historia, y hablemos mejor de sus propiedades, que son infinitas.
Estas propiedades le vienen dadas por sus componentes químicos, mismos que constituyen lo que los farmaceutas conocen como principios activos. Como sé que todos nuestros lectores son químicos consumados, no entraré a detalles técnicos. Digamos tan solo que contiene alcoholes terpénicos como el linalol, geraniol y borneol, además de alcanfor, citronelol, d-limonene, geraniol, borneol, eucaliptol, nerol, farneseno, sabineno, alfa-pineno, beta-pineno, beta-felandreno, cineol, taninos, saponinas, cumarinas y ácidos como el caproico, burtírico, cumárico, isobutírico, rosmarínico, y ursólico. Si alguien no sabe qué es esto... no se preocupen, yo tampoco… pero creo que hay personas a las que todas estas palabras extrañas les dicen algo. Lo interesante aquí es ver lo complejo que es el aceite que se obtiene de esta florecilla que un día fue silvestre.
¿Y para qué sirve? Esto es precisamente a lo que se llama “propiedades”, y son infinitas. Mencionaremos las más importantes.
Entre las más difundidas se encuentran, quizá, aquellas que resultan equilibrantes del sistema nervioso. Es sabido que la lavanda ayuda a serenarse, disminuir la ansiedad y combatir el insomnio. Es un extraordinario calmante porque nos ayuda a estar más tranquilos sin causar los efectos secundarios de otros químicos, como pueden ser la somnolencia, la incapacidad para concentrarse o la lentitud para reaccionar. Simplemente, cuando hay tensión, ya sea en el ambiente o en nuestro interior, inhalar el aroma de la lavanda ayuda a equilibrarnos y cambiar el ánimo de manera positiva. En estos tiempos difíciles, ha sido un gran recurso para mantener la cordura y enfrentar los retos y las dificultades sin perder la cabeza.
Cuatro propiedades que trabajan en conjunto para atender un sinfín de padecimientos de manera natural son sus efectos analgésicos, antiinflamatorios, antisépticos y cicatrizantes. ¿Qué significa esto?La lavanda tiene el poder de disminuir el dolor y la inflamación, que no constituyen una enfermedad en sí mismos, pero sí son síntomas con los cuales el cuerpo nos advierte que algo no anda bien. Digamos que son un aviso del organismo pidiendo atención. El problema es que, una vez enviado el mensaje, aunque lo hayamos recibido no desaparecen de inmediato, se siguen de largo y dificultan la curación. Así por ejemplo, si nos damos un golpe, nos torcemos un tobillo, pescamos un germen que invade la garganta o nos pica un insecto, la zona afectada se hinchará y dolerá, pero como los mecanismos que causan estos síntomas no acusan recibo de la comunicación, la molestia persistirá por algún tiempo, aún cuando el problema ya esté siendo atendido. La cabeza seguirá doliendo, el músculo continuará inflamado. El poder analgésico y antiinflamatorio de la lavanda ayudan a disminuir estos síntomas, aliviando así las molestias que generan las lesiones y permitiendo que se reciban mejor los tratamientos curativos, como puede ser el caso de una rehabilitación fisioterapéutica. Por ello, cada vez se emplean más sus derivados como coadyuvantes para atender lesiones.
Si a ello agregamos sus cualidades antisépticas y cicatrizantes, la acción curativa aumenta su rango. La lavanda tiene un efecto desinfectante que evita la contaminación de algunas heridas superficiales, y al mismo tiempo acelera la cicatrización gracias a que provoca estimulación local de la circulación sanguínea. Hay que tener mucho cuidado al interpretar esto, pues el medio de aplicación sobre una herida puede estar contaminado y causar el efecto contrario. Es decir, si aplicas aceite de lavanda diluido en agua sucia, una pomada irritante o un alcohol que impida la cicatrización, puedes no sólo no mejorar la situación, sino complicarla. Siempre recomendaremos que, antes de tratar una lesión con cualquier derivado de lavanda, se consulte a un médico. Aquí sólo estamos mencionando los poderes curativos de la esencia obtenida de esta flor. Sin embargo, puedo atestiguar que, tras el piquete de una abeja, la aplicación de aceite esencial de lavanda me disminuyó el dolor y la inflamación casi por completo en cuestión de unos cuantos minutos. Este puede no ser el caso de todo mundo, no se dé por ciencia u objeto de fe lo que tan solo es una experiencia personal.
Entre las propiedades antisépticas sabemos también que es un excelente fungicida (mata lo hongos, pues). En lo personal tengo una buena experiencia en el tratamiento de un pie de atleta que me traje de recuerdo de un viaje, pero sobre todo lo usamos en agricultura, pues evita el desarrollo de hongos dañinos en las plantas.
Un efecto valioso de los derivados de la lavanda es que sirve para ahuyentar insectos molestos. Es interesante pues, si nos acercamos a la plantación, observaremos que hierve en polinizadores, particularmente abejas que se alimentan de su néctar. Sin embargo hemos podido comprobar que tanto en ramilletes secos como en sachets y aromatizantes a base de alcohol, la lavanda mantiene a raya moscas, mosquitos, arañas, alacranes y otros bichos indeseables. Hace tiempo hicimos un experimento divertido: un amigo con espíritu aventurero y pantalón corto se prestó para comprobar este poder en nuestro repelente de insectos. En una comida en el jardín en la época de más presencia de mosquitos fastidiosos, se aplicó el repelente en spray en una sola pierna. El resultado es que por la noche, la otra pierna estaba totalmente saturada de piquetes, mientras que la tratada con nuestro producto se mantuvo a salvo.
Algunas variedades de lavanda pueden ser ingeridas, y se emplean en todo tipo de alimentos, desde tés, aguas frescas o helados hasta como sazonador de cualquier platillo, pero hay que ir con tiento aquí, pues las lavandas más comunes en México pueden resultar tóxicas si se ingieren en ciertos grados de concentración, además de que su sabor resulta extremadamente amargo. Tal es el caso de la variedad Grosso, que encontramos en camellones, banquetas y jardines por todos lados. Por lo general los alimentos que dicen contener lavanda emplean variedades extranjeras, particularmente algunas francesas, que son mucho más delicadas.
Se han documentado muchos otros usos de la lavanda en la salud, tales como poderes hipotensores, diuréticos, y tónicos. Para cada uno existe una diferente forma de uso y dosificación, y algunas no están estudiadas de manera científica, por lo que no profundizaré en ellas aquí. Hay que conservar la responsabilidad de lo que uno le recomienda al prójimo. Pero sí puedo decirles que en casa la usamos de mil maneras, con frecuencia y liberalidad, particularmente como aromatizante, para alejar insectos, relajarnos, disminuir la irritabilidad, y dormir bien. También la empleamos para tratar lesiones tales como torceduras, golpes, moretones, quemaduras y raspones superficiales o piquetes de insecto. En lo personal, el aceite esencial aplicado en las sienes y la nuca me ayuda mucho a quitar el dolor de cabeza y a dormir mejor. Cada fin una tiene su presentación y modo de usarse, de los cuales hablaremos después, pero el rey de estos productos es desde luego el aceite esencial, de cuya obtención tratará nuestro próximo blog. No dejen de leernos la próxima semana.