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La espera...



El campo ya está preparado, las camas listas para recibir la siembra, el plan de cultivo elaborado, la semilla adquirida, la herramienta lista… pero aún no es momento de comenzar.


El tiempo de espera parece transcurrir siempre más lento, como si la vida se pusiera en pausa. Los animales, que en algunas cosas son mucho más listos que nosotros, tienen una fórmula para padecer menos este compás: hibernar. Ellos simplemente se trepan al árbol o se meten en la madriguera y duermen hasta que llegue el momento de la actividad. ¡Cuánto nos gustaría a veces poder hacer lo mismo! Pero tenemos la costumbre de comer tres veces al día y, al menos para eso, hay que estar despiertos. En los países nórdicos, donde el invierno es verdaderamente inhóspito, manejan mejor que nosotros esto de estar encerrados y a la espera. Al menos aparentemente, porque también se deprimen mucho, pero los que logran mantener el ánimo en alto lo hacer ocupándose. Por eso en Canadá, en Escocia, en Suecia, las manualidades son tan comunes, armar rompecabezas es un hábito y rehacer el álbum de fotos un pasatiempo común. Claro, también ayuda que la luz del día les dura menos, con lo que pueden pasar en la cama más tiempo y con menos culpa.


Lista la planeación de hortaliza 2022

En estas latitudes no son los cambios estacionales los que nos ponen en modo de espera, y por eso tenemos menos práctica para torearlo. Llevamos dos años viviendo el “ya merito” y estamos hartos. Cada vez que veo cambios en el “semáforo epidemiológico” me acuerdo de la sensación de estar inútilmente detenida en una bocacalle a la media noche, sólo porque frente a mí hay una luz roja, aunque no haya un alma más circulando en seis kilómetros a la redonda. Supongo que la alternancia de estas señales es la misma todo el tiempo, pero esos altos de la madrugada parecen eternos… Sólo basta con pensar que “no pasa nada” para que lo peor venga a nuestra vida. La paciencia puede ser más necesaria que otras muchas virtudes.


El problema es que la paciencia no se vende. En serio, yo ya la busqué. En Amazon, en Liverpool, en Home Depot, en la tienda de agroquímicos, en la recaudería de la esquina… La paciencia es un asunto que hay que construir personalmente, y para ello se necesita voluntad, conciencia, decisión… Cosas que tampoco se venden.


Mientras nos concentremos en lo que todavía no podemos hacer, la espera nos parecerá pesada. Recuerdo al burro de Shrek, que cada dos minutos preguntaba “¿ya mero llegamos?”[i] Y, con esas asociaciones que hace la cabeza, viene a mi mente mi hija por ahí de los cuatro años, diciendo que ella nunca se aburría en el coche porque iba jugando. “Los coches rojos son enemigos y los blancos son amigos, entonces voy contando y así sé quién va ganando. Y los verdes son poderes mágicos que me hacen cambiar…”. Y en efecto, esa niña, en los siguientes treinta y tantos años parece no haberse aburrido nunca. Si sólo me pidieran una razón por la cual vale la pena tener hijos, creo que diría que desde el día que nacen nos enseñan mucho… Lo que esa criatura me ha enseñado es que todo está en la actitud.



La actitud es la motivación, lo que nos decimos a nosotros mismos, el pensamiento con el que nos plantamos ante las circunstancias. Por lo mismo, es básicamente una decisión. Estamos cansados de la espera, del encierro, de la soledad, de la espera… y podemos centrarnos en este pensamiento, en esta actitud, que lleva consigo enojo, depresión, angustia, desesperación, o podemos elegir hacer algo mientras el tiempo pasa y las cosas mejoran. O mientras llega el momento de iniciar la siembra.


No digo esto desde un púlpito en el que tenga yo el mensaje para la salvación de nadie, sino desde una terraza en la que hablo conmigo misma y busco maneras de paliar ciertas emociones. Como no soy un oso, no puedo hibernar, pero soy persona y tengo libertad. Sobre todo una libertad interior, una libertad de actitud, ésa que nadie nos puede quitar. Así que hoy decido jugar. No hay coches rojos, verdes y blancos, pero hay tuzas, ardillas y lombrices de tierra. Hay papel y lápiz, hay una tecnología que ha sido de gran utilidad.




Mientras llega el momento de reiniciar la vida, estoy a la búsqueda de ese pensamiento que me ayude a cambiar de actitud, de esa actividad que, aunque sea en solitario, me haga sentir más breve la ausencia. Por lo pronto, aquí los dejo, porque hay una tuza haciendo túneles y agujeros por todos lados, y si no la invito a vivir en otra parte, en cuanto mis cultivos comiencen a echar raíz acabará con ellos a manera de desayuno.


Espero tener algo mejor que compartir para la próxima.




[i] Por si no se acuerdan, aquí les dejo un link: https://www.youtube.com/watch?v=jj8tyRapnuc



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