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La composta

La composta es un proceso por el cual el material vegetal y el desperdicio orgánico se transforman en abono a través de la descomposición. Con ello se logran cultivos sanos, naturales, orgánicos, que no afectan ni al ambiente ni a quienes los consumen.


En Huerta San José tenemos un sistema de composta que nos ha funcionado muy bien, y los resultados se observan en nuestras plantas. Vamos a compartir con ustedes nuestro secreto:

Construimos en el suelo cuatro cajones rectangulares, cada uno de 120 centímetros de largo por 80 de ancho y 80 de profundidad aproximadamente, en los cuales vamos acumulando material de desperdicio que al descomponerse se convertirá en alimento para nuestros cultivos.


En el primer cajón vamos almacenando todo el desperdicio de la cocina: las cáscaras de fruta, y verdura, los corazones de lechuga, espinaca y acelga, los botones de calabaza… todo aquel material vegetal que no utilizamos cuando estamos cocinando. También agregamos ahí los restos de los platos al recoger la mesa, excepto aquellos restos que provienen de animales (huesos de pollo o cerdo, pellejos, pedazos de carne etc.). El único producto animal que agregamos son restos de huevo y sus cascarones (limpios para evitar la contaminación de salmonella).


En el segundo cajón colocamos el material vegetal que resulta de la obtención de aceites esenciales, principalmente de lavanda. El aceite se produce por un sistema de arrastre, que consiste en colocar la flor en una columna de cobre a través de la cual pasa vapor de agua, extrayendo los compuestos que le confieren sus características especiales. Una vez terminado el proceso, queda la flor purificada por el vapor a altas temperaturas, pero todavía con microelementos que sirven para la alimentación de las plantas, en especial para la floración y fructificación.


En el tercer cajón acumulamos restos vegetales del jardín, la huerta y el sendero ecológico: el pasto que se podó, las hojas secas que se recogieron del camino, las ramas sueltas, las flores marchitas, la hierba suelta… Este material es especialmente rico en nitrógeno, que ayuda al crecimiento de las plantas, su fortalecimiento y su sistema inmunológico. En este cajón agregamos también algunas ramas provenientes del espacio donde nuestras gallinas picotean su alimento, pues su estiércol (gallinaza) enriquece la tierra y acelera la descomposición. Hay que tener cuidad al agregar la gallinaza a cualquier abono, pues en cantidades concentradas puede ser tóxico para las plantas (puede contener exceso de amoniaco), además de generar demasiado calor en el proceso de descomposición.


Cada diez o quince días removemos el contenido de estos cajones y vamos observando su estado y proceso de descomposición. Es importante que la composta se mantenga húmeda, pero no inundada, y que conserve cierta temperatura para optimizar la degradación. Con mucho frío, el material tarda mucho en descomponerse (en las zonas de hielos perpetuos se pueden encontrar restos de cientos de años sin descomponerse), pero si la temperatura es demasiado alta, las bacterias y lombrices encargadas de convertir el desperdicio en tierra fértil pueden morir. El proceso de degradación genera energía, por lo que la composta está naturalmente más caliente que el entorno, pero es bueno procurar que no exceda los 60 grados centígrados.


Al cabo de dos o tres meses, el material almacenado en estos cajones está suficientemente descompuesto para ser mezclado en el cuarto cajón, donde se juntan todos estos restos vegetales para continuar su proceso ya integrado. De esta manera nos aseguramos de tener una composta equilibrada, con suficiente material verde, que produce fósforo, potasio y sobre todo nitrógeno, además de microelementos provenientes de los alimentos y elementos foliares y antisépticos de los restos de la lavanda. Al hacer esta mezcla verificamos también que haya suficientes lombrices presentes para asegurar la descomposición.


Esta cuarta composta se revuelve de vez en cuando y se revisa para retirar hierbas malas que puedan haber germinado en ella. En la foto que acompaña este texto vemos una pequeña mata verde que decidimos no retirar: se trata de un casahuate, que pensamos trasplantar más adelante, cuando sus raíces estén suficientemente fuertes para soportar el cambio. Al cabo de un mes más, la composta está lista para incorporarse a los cultivos. Una parte servirá para cultivar la hortaliza, otra para abonar los árboles frutales y los jardines o cualquier cosa que estemos cultivando en el momento.


Además de estos cuatro cajones tenemos un contenedor circular más grande (200 cm de diámetro por 150 de profundidad), en el cual acumulamos material vegetal proveniente de la limpieza del sendero ecológico, el pasto podado y hojas caídas. Este material afortunadamente abunda en la huerta, por lo que los cajones son insuficientes para contenerla. Aquí no agregamos restos de comida de la cocina. Se trata únicamente de una biomasa que tiene un proceso de descomposición más lento, de la cual obtenemos anualmente un abono de material orgánico que mejora la textura de la tierra, permitiendo la correcta oxigenación de las raíces al evitar encharcamientos y aporta los nutrimentos que la planta necesita para crecer fuerte y sana.


Tú puedes hacer tu propia composta en casa, repitiendo este proceso en proporción a tu espacio y tus necesidades. Si necesitas ayuda, no dudes en contactarnos.




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