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El humilde casahuate



Hay en la zona un arbolito muy simpático que los habitantes de por aquí suelen despreciar. Cuando pregunté su nombre, la respuesta que obtuve fue “Ése no sirve”. Hasta creí que así se llamaba. Pero luego oía decir “allá ‘onde’ esta el casahuate…” Mi confusión era enorme, porque casahuates hay por aquí a montones[i].


Se trata de un árbol mediano, de entre 3 y 10 metros de altura, que comparado con los inmensos eucaliptos que lo rodean más bien parece pequeño, pero de una belleza particular. Anuncia la primavera con brotes de verde nuevo aún antes de que lleguen las golondrinas y las mariposas. En el verano tiene un follaje tupido que ofrece una sombra muy agradecible. Pasando las lluvias comienza a llenarse de flores, y durante el invierno pierde todas las hojas, quedando en vara seca para que entendamos en el trópico el significado del término “caducifolio”.

En cuanto amainan las lluvias, avienta unos brotes de un blanco grisáceo, gordos como dedos de bebé, que a finales de octubre y principios de noviembre se convierten en bellísimas campanas blancas como la nieve, frecuentemente visitadas por colibríes y abejas.

Me costaba trabajo pensar que semejante belleza no sirviera para nada, así que me puse a investigar un poco. Con la ayuda de Google y las ancianas sabias de la comunidad, pude enterarme algo…

Resulta que este inútil arbolito sirve para tratar la caída de pelo, para aliviar picaduras de hormigas y alacrán, para la tos, el dolor de oído, las quemaduras y otros problemas cutáneos, el dolor de muelas, la inflamación, las reumas y hasta la parálisis. En algunos casos se hierven las flores, en otros se emplea la corteza, fresca, cocida o convertida en ceniza, o se trituran las semillas ya secas. Siempre me gustó ver a las señoras caminar airosas con flores de casahuate adornando sus cabezas camino al mercado, hasta que supe que no las usan para presumir, sino para calmar la jaqueca.

Tres amigos de la huerta se encargan de su polinización: el colibrí, la abeja y el murciélago. El primero, además de ayudarle a reproducirse, embellece el paisaje, pero los otros dos tienen funciones mucho más útiles.


No todas las flores que visitan las abejas producen miel, pero el casahuate lo hace fantásticamente. La miel de flor de casahuate, junto con el sencillo acahual, que se da en la misma época, tiene una consistencia untuosa y un aspecto opaco que le merece el nombre de miel mantequilla. Se dice que esta miel, además de su exquisito sabor, es especialmente útil para tratar las afecciones respiratorias. Pronto vendrá el momento de recolectar la miel de nuestras colmenas. Ya les contaremos.


Los murciélagos son en realidad sus principales polinizadores, pero como lo hacen en la oscuridad, rara vez los vemos. Este animalito, no tan atractivo como el colibrí, ha probado ser un elemento esencial en el mantenimiento de la biodiversidad en muchos ecosistemas, pero aquí le tenemos un aprecio especial por otra tarea que realizan de maravilla para nuestro servicio: todas las tardes, al caer el sol, despiertan de en sus escondidos refugios y salen a revolotear por espacio de una media hora, alimentándose de los mosquitos que de otra manera habrían hecho difícil permanecer en el exterior en esta agradabilísima primera hora de la noche. Terminada la tarea, desaparecen sin haberse acercado a la población humana (para aquellos a quienes no les gustan), pero satisfechos con su ración de proteína y su sueldo devengado en el mejoramiento del ambiente. Seguramente será entonces cuando se dirigen al casahuate a tomar el postre, pero para entonces la oscuridad ya no nos permite verlos.


¿Demasiada información? Pues todavía falta. Resulta que en el tronco de este arbolito crece un hongo comestible muy apreciado, particularmente en el estado de Morelos. Confieso que la primera vez que lo vi, convencida de que los hongos que crecen en madera son venenosos, me deshice de ellos de inmediato. ¡Lo que hace la ignorancia!

Foto cortesía involuntaria de NaturaLista

Pero aún hay más… La hojas de casahuate, largas y brillantes, producen un alcaloide que tiene efectos alucinógenos. Por alguna razón no parecen ser consumidas por personas, pero cuando el ganado las ingiere, fácilmente se hace adicto, lo que los lleva a la desnutrición e incluso la muerte. ¡Con razón a los pastores de la zona no les gusta el arbolito! Sin embargo este mismo producto está siendo empleado para generar un insecticida orgánico que, como la vacuna que tanto nos hace falta, sigue en periodo de investigación.





Otra característica de mi hoy árbol consentido es su resiliencia. Sin ser un árbol débil, las tormentas con vendaval llegan a tumbarlo con cierta frecuencia. Hace no más de un mes, uno ya maduro sucumbió sobre el jardín de meditación de la huerta. Es increíble con qué rapidez comenzó a producir largas ramas verticales que ya anuncian su supervivencia. Tenemos más de un ejemplo de ellos precisamente en ese jardín.


Así la humildad de esta especie despreciada. No presume, no se vende, no se codicia, no se cultiva, y sin embargo tiene tanto que ofrecer… Decía mi padre que, cuando la moraleja de una historia es evidente, no hay que insultar la inteligencia del lector con explicaciones.

Los invito a conocer al humilde casahuate.


[i] Conocido en otras partes del país como Palo bobo, Palo santo o Palo muerto. Curiosa combinación de nombres, ¿no creen? Su nombre científico es Ipomoea murucoides.

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