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Césped, pasto, grama, zacate... (Primera parte)


¿Tú cómo lo llamas? El término más común en México es “pasto”, lo cual se presta a cierta confusión, pues pasto se llama también al alimento para el ganado. Pero si no tienes vacas, muy probablemente para ti, como para mí, “el pasto” significa esa área del jardín cubierta por una alfombra verde sobre la cual podemos tendernos a tomar el sol, jugar futbol o extender las mesas para el evento del año.


Aquí, cualquier jardín que se precie debe tener una extensión considerable de pasto libre de obstáculos, con más o menos plantas decorativas marcando el límite, pero no en todo el mundo es igual. Los ingleses, campeones de la jardinería, hace tiempo que lo evitan por que implica mucho mantenimiento: riego y poda continua, abonado, control de hierbas malas... además, es lo que más agua consume en un jardín. También hay que tomar en cuenta que los ingleses son mucho menos fiesteros que nosotros, y que, si no anteceden su nombre con un “lord” o “lady”, jamás harán una comida multitudinaria en su espacio privado, acompañado de música, barra libre, decoración de punta, menú de cinco tiempos y mesa de dulces.


Como pasto hay en todo el mundo, es una de esas cosas que tiene su nombre particular en cada rincón, porque hubo que bautizarlo mucho antes de que sus beneficiarios supieran que existían otros idiomas. Grass en inglés, peluza en rumano, gespa en catalán, prato en italiano… En lo personal siempre me ha gustado el término que usan los franceses, herbe, que como ya supusiste, significa literalmente hierba. Y es que el pasto o césped es tan solo un tipo de hierba. Pero además conceptualizarlo así nos amplía las posibilidades: cualquier extensión cubierta de hierba, la que sea, vale para tirarse a descansar. En el colegio cantábamos “Je me suis couchée sur l’herbre pour écouter l’eau…”[1] ¡Qué imagen más bucólica!

Llamamos césped a una infinidad de hierbas pertenecientes a la familia de las poaceas. Si eres observador, habrás notado que el pasto no es igual en todos lados. En la ciudad de México y los jardines del altiplano suele ser un pasto más bien fino, delgado, de crecimiento vertical, mientras en los estados más cálidos, como Morelos, encontramos un pasto mucho más grueso y de un crecimiento horizontal, como si estuviera aplastado. El pasto de la costa es de hoja mucho más ancha y rugosa, de un verde más oscuro, que resiste bien los climas salados de altas temperaturas. Todas estas variedades crecen con una alta densidad y son resistentes a las pisadas. Algunas de ellas, como las de los campos de golf y los jardines de las casas en el centro del país, requieren de un mantenimiento particular, consistente básicamente en el riego frecuente (diario prácticamente) y poda constante, pues crece a gran velocidad.


Hay un tipo de pasto que se desprecia con facilidad, y que en lo personal me parece un regalo maravilloso del paisaje. Se trata de un pasto silvestre que crece a los lados del camino en ramilletes muy verticales que alcanzan de 70 a 100 centímetros de altura, y que en el otoño desarrolla unas florecitas finísimas en forma de espiga de color blanco a rosado, que brillan a contraluz en el atardecer con una iluminación magnífica. Se le conoce como pasto carretero, pasto rosado o hierba de lana y con frecuencia se busca eliminar de los jardines formales por considerarse que carece de valor. En la huerta lo tenemos en abundancia aunque, conforme el ecosistema se ha ido recuperando, otras especies nativas lo han ido sustituyendo de manera natural, enriqueciendo la diversidad que tanto apreciamos.


Pasto carretero en Huerta San José

Como todo en la Naturaleza, el pasto tiene sus obstáculos y sus enemigos. Entre las dificultades que enfrenta están la falta de luz solar directa y de riego suficiente. En el primer caso, si la superficie no recibe suficiente sol, no tendrás pasto. ¡Punto! No te pelees y busca otra especie que cubra la superficie. Hay muchas, y se llaman precisamente así, plantas de cobertura. El problema que tienen en general es que no soportan las pisadas, así que, si lo que quieres es pararte sobre él o poner una mesa, muy probablemente tengas que renunciar al verde. Hay una variedad de pasto inglés que ayuda a mejorar la densidad y soporta mejor la falta de luz, porque los ingleses no tienen tanto sol como nosotros y su pasto ha aprendido a adaptarse, pero ningún césped crece bajo la sombra permanente.[2]


Bajo la sombra de los árboles difícilmente crecerá pasto

La otra dificultad es la gran demanda de agua. En este sentido es muy exigente, si quieres mantenerlo verde, aunque al mismo tiempo es altamente resiliente. En México nos damos el lujo indebido de regar el jardín todos los días para que el pasto no se ponga amarillo. Pero si lo dejáramos secarse, después de ese zacate triste de la temporada de sequía, la lluvia le devolverá el verdor que tanto apreciamos. El problema es que por acá no estamos acostumbrados a los cambios drásticos que sufre el paisaje con el paso de las estaciones, y peleamos por mantener el jardín como si todo el año fuera primavera (Por cierto, la primavera suele ser la temporada más seca en el altiplano, pero la idea que tenemos de esta estación es la que nos enseñaron en el jardín de niños, donde nos dijeron que en primavera todo se pone verde y florece como por arte de magia). En este sentido, los campos de golf son un insulto a la ecología, pues su consumo de agua es desmedido. (con perdón de nuestros amigos golfistas)


Las grandes extensiones de pasto en los campos de golf demandan excesivo consumo de agua

El gran enemigo del pasto en un jardín urbano se llama gallina ciega. Este gusano, de aspecto tan desagradable, se alimenta de la raíz del pasto, que ingiere en cantidades ingentes para sustentar su increíble crecimiento, con lo cual va impidiendo que la hierba se alimente y provoca su muerte. Hay varias formas de detectar la presencia de gallina ciega. Una muy común es observar manchones amarillos entre el verdor general. Significa que debajo de ese pasto probablemente hay gusanos que ya consumieron su raíz.

Otro síntoma se percibe cuando, al pisarlos, el pasto se siente demasiado bofo. Esto generalmente se presenta en una etapa anterior, y se debe a que la raíz ha comenzado a desaparecer y el pasto ya no está suficientemente arraigado. Si lo jalamos un poco, fácilmente lo desprenderemos del suelo.

Una tercera forma es notar pequeños agujeros que causan las aves al picotear en busca de su alimento. En este caso conviene primero observar a los pajaritos cuando realizan esta tarea, pues así como buscan larvas de gallina ciega, pueden estar también a la caza de lombrices, que no queremos eliminar, pues su tarea de aireamiento y fertilización es esencial. Es cosa de ver qué lleva el pájaro en la boca cuando eleva el vuelo.

Finalmente, fíjate en los insectos que revolotean alrededor. La gallina ciega es la larva de los mayates, estos pequeños escarabajos medio tontos que revolotean chocando contra las ventanas y que resultan tan molestos para la convivencia. Si observas mayates, muy probablemente han dejado sus huevecillos en tu pasto, donde se convertirán en estas asquerosas larvas de rápido crecimiento a costa de tu césped. La forma de eliminarlos es sencilla, pero requiere de disciplina: consiste en aplicar tabaco seco sobre toda la superficie y regar suficientemente para que sus agentes activos penetren en la tierra. Esto debes hacerlo tres veces a intervalos de tres semanas, pues si lo haces una sola vez, matarás los gusanos pero sobrevivirán los huevecillos que más adelante convertirán en larvas y luego en mayates, así que tienes que asegurarte de eliminar las tres generaciones. Si no tienes gallina ciega, puedes aplicar tabaco a tu jardín dos veces al año de manera preventiva. En general ayuda a controlar plagas sin afectar a las plantas[3].



Lo que más daña al pasto es el hombre. Nada peor para el jardín que un gran evento en temporada de lluvias. Pero al final, para eso lo queríamos ¿o no? ¿Qué sentido tienen esas grandes extensiones verdes con letreros de “favor de no pisar el césped”? ¿Qué mayor placer que caminar descalzo en el jardín, sintiendo cómo la energía del sol y la tierra se unen a través de nuestros cuerpos ávidos de vida? ¿O tenderse a mirar el cielo estrellado en una noche despejada? ¿O ver jugar a los niños con un balón que los entretendrá por horas entre risas y gritos que añoramos tanto en estos tiempos?

El placer de tenderse sobre el pasto a disfrutar los rayos unos rayos de sol

Tener una extensión de pasto en Huerta San José fue un reto que amerita un blog aparte. No te pierdas la segunda parte de esta "fascinante historia"







[1] Me recosté sobre la hierba para escuchar el agua… [2] Por cierto, en cualquier tienda de jardinería puedes obtener semillas de este pasto. Tan solo espárcelo sobre tu jardín y mejorarás tu jardín. Se vende precisamente así, como pasto inglés. [3] Puedes comprar el tabaco en las mismas tiendas de jardinería o en los viveros cercanos a tu casa. Es fácil de conseguir.

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