Hace un año celebrábamos la primera Fiesta de la Lavanda en Huerta San José.
Preparamos el evento con muchos meses de anticipación y con un entusiasmo desmedido. Desde temprano estuvimos listos para recibir a los participantes con la emoción de un niño en su fiesta de cumpleaños. Mandil puesto y bebida refrescante en mano, los invitamos a pasearse por la huerta y disfrutar de la mañana soleada que el final del verano nos regaló.
Familiares, amigos, y amigos de los amigos participaron en el proceso completo de producción del aceite esencial de lavanda. En un esquema libre, cada uno podía elegir a qué actividad sumarse: plantar nuevas matas de lavanda, cosechar, colgar a secar, picar la flor o presenciar el proceso de destilación.
La intención era que nuestra comunidad disfrutara de un día de convivencia en un ambiente natural, alegre, acogedor y cálido, y que conocieran el trabajo y dedicación que implica obtener un frasco de 10 mililitros de aceite esencial. El resultado fue delicioso. La actitud de todos los participantes fue un regalo para la vida que nos llenó de energía para continuar un proyecto que veníamos trabajando desde tiempo atrás. Prometimos a todos nuestros invitados repetir la experiencia al año siguiente.
Habíamos hecho ya varios intentos para hacer sustentable la Huerta, pero éste parecía ser el camino indicado: la producción y comercialización de productos derivados de la lavanda. Constituimos una empresa, diseñamos un logo, creamos una página, mientras experimentábamos con diferentes fórmulas y conseguíamos los insumos para envasar y distribuir el producto. Cualquiera que haya intentado un emprendimiento sabe lo que esto significa.
El día de la Fiesta de la lavanda presentamos a nuestros amigos los primeros productos: Aceite esencial, humectante, aromatizante, roll-on, sachet, difusor de aromas… Fue el lanzamiento de un proyecto modesto pero significativo, que sabíamos demandaría esfuerzo y dedicación, que quisá daría frutos a largo plazo, pero proporcionaba satisfacción inmediata al dar sentido a la labor cotidiana.
El otoño fue generoso. Quizá fue la novedad, quizá la cercanía de la Navidad, pero quiero pensar que también nuestro trabajo y disciplina, nos permitieron hacer llegar los productos a muchas personas y tener cada día más demanda. La expectativa era promisoria. Creímos que enero sería difícil, como lo son todos los principios de año, pero para nuestra sorpresa, la demanda continuó creciendo, junto con nuestras iniciativas. Desde octubre habíamos plantado romero y empezábamos ya con la producción de su aceite esencial y la experimentación con derivados, y la lavanda estaba teniendo un éxito inesperado. Al mismo tiempo, la reseña de la Fiesta de la Lavanda se transmitió de boca en boca y comenzamos a recibir solicitudes para visitar la Huerta y realizar en ella eventos y experiencias interesantes. Necesitábamos sentarnos a definir el rumbo que queríamos seguir, estructurarnos mejor y aprender mucho.
Mientras buscábamos asesoría especializada y sistemas administrativos que nos eran absolutamente ajenos, continuamos alaborando productos derivados de de lavanda.
La primera señal de alarma llegó cuando comenzamos a no poder conseguir los frascos en los que envasamos el roll-on. Habíamos visto muchas opciones, conocido a muchos proveedores y visitado muchos establecimientos y ningún diseño nos satisfacía. Finalmente encontramos uno que nos gustó mucho y diseñamos todo el concepto del roll-on a partir de este envase. El éxito del producto fue inmediato, y pronto necesitamos adquirir una nueva remesa para seguir produciendo.
La noticia fue que ese envase en particular llegaba a México a través de Singapur, pero era producido originalmente en China. Nosotros lo estábamos comprando a un proveedor nacional, y nunca se nos había ocurrido averiguar el camino que seguía el pequeño frasquito para llegar a nuestras manos. “Debido a la emergencia sanitaria, nos es imposible continuar surtiendo su producto…” ¡¿Qué?! ¿Cuál emergencia sanitaria? ¿Por qué? Era finales de enero y, aunque habíamos escuchado sobre la nueva epidemia en China, nos parecía una realidad muy lejana, como lo pasó a la mayor parte del mundo en ese momento.
Fue el principio de una historia muy similar a la que han vivido todas las microempresas nacientes, y aún las no tan pequeñas o no tan nuevas, así que no vamos a aburrirlos con quejas que venimos escuchando desde hace meses. Hicimos los esfuerzos que pudimos, y finalmente aceptamos la realidad: no era el momento para continuar. Ya llegará el tiempo propicio, ya habrá mejores condiciones, pero por ahora lo que queda es sobrevivir.
Como parte del plan de posicionamiento habíamos ideado tener este blog semanal, con la intención de dar a conocer la vida en el campo y los productos de la Huerta. En enero empezamos a publicarlo semanalmente, y desde entonces no hemos dejado de hacerlo. Pero ante la “nueva realidad”, el contenido cambió, como lo habrán apreciado quienes amablemente nos siguen. La reclusión nos llevó a reflexionar sobre las circunstancias de la vida, tomando como metáfora a la Naturaleza misma, y para nuestra sorpresa, comenzó un intercambio de ideas y experiencias que nos han enriquecido infinitamente y que no terminaremos de agradecer.
La lavanda sigue floreciendo, y nosotros continuamos cultivándola, cosechándola y elaborando el aceite esencial, aunque no podamos distribuirlo. Pero la Huerta ha experimentado una reconversión completa, ofreciendo hoy refugio a quien lo necesita, un espacio para descansar, meditar, elevar el espíritu y alimentar el corazón. Nos llena el alma ver que los amigos se saben bienvenidos y que la adversidad no vence nunca el cariño.
Ha habido pérdidas que llorar, eventos cancelados, distancias dolorosas y proyectos frustrados, pero seguimos aquí, echando raíces y esperando el retorno de la primavera de la vida, que nos permitirá retoñar y volver a dar frutos. Hoy el mundo entero vive un crudo y largo invierno, pero el sol volverá a brillar, los abrazos retornarán, y nosotros sabremos apreciarlos como no lo hacíamos cuando los dábamos por un hecho.
Este año no habrá Fiesta de la Lavanda, pero seguiremos aquí, buscando el sentido de la vida en la realidad que hoy enfrentamos. Con entusiasmo, con confianza, con alegría y con amor.